martes, 29 de mayo de 2007

¿Hay alguien ahí?

¿Es que el espíritu bloguero se ha ido de vacaciones? ¡No! Todavía hay resistentes, lo que pasa es que entre el curro, la familia, el fútbol y la perecilla primaveral tengo abandonado este magno sitio. Nada, nada, unos azotes y a trabajar. Puedo prometer y prometo que mañana actualizo... y dejo de fumar... y de meterme el dedo en la nariz... y de ver páginas guarrillas en interné...

Y eso que no ha llegado todavía nochevieja.... juas.

jueves, 3 de mayo de 2007

Tribus moteras. Cafe Racers


Los Café Racers son una tribu motera que campó por sus respetos allá por los años 60 y 70. Derivan de los Ton Up Boys, moteros ingleses que modificaban sus Nortons y Triumphs para aumentar la potencia y disminuir el peso. "Ton Up" es slang que define alcanzar la velocidad de 100 millas por hora -160 kilómetros hora- que era el objetivo a conseguir en el recientemente inaugurado periférico de Londres. Aunque estos corredores kamikazes aficionados comenzaron en los 50, no se convertirían en los famosos "Rockers" hasta tiempo después cuando descubrieron la música americana del rock'n'roll, con Gene Vincent, Chuck Berry y el primer Elvis. Pero esa es otra historia y ya hablaremos de ellos.
Los Cafe Racers también eran característicos de Francia e Italia. Siempre con sus motos de serie, a las que cambiaban los manillares por otros de competición, desnudaban la carrocería, agregaban depositos más grandes y suspensiones deportivas, retrasaban las estriberas, . La máquina Cafe Racer por excelencia fue la Triton, que montaba el motor de la Triumph Boneville en la parte ciclo de una Norton Featherbed.
Una Triton de Canada, restaurada recientemente



También fueron máquinas codiciadas las Honda CB750 de cuatro cilindros.

Pero también se adaptaban BMW's, Ducatis, Guzzis, Laverdas y todo tipo de moto que pudiera correr, girar y hacer aullar sus escapes por los bulevares de París o las calles de Roma.

Los Racers se llamaban así por su afición a juntarse en cafés y tabernas y, por supuesto, beber café en lugar de alcohol. La cultura motera europea de esta época rechazaba las drogas, ya que consideraban que eran "trampas" (y porque supongo que mantener la cabeza serena era la única manera de sobrevivir durante un tiempo razonable). Cuenta la leyenda que se juntaban en bares con rockola (o jukebox, o gramola) y que se desafiaban a ir a algún punto y volver con la moto antes de que acabara la canción. Teniendo en cuenta que las piezas de la época raramente duraban más de tres minutos, la cosa debía ser complicadas. A mí si me dan a elegir pondría "The soft parade" de los Doors que dura 12 minutos. Je.

En un artículo de Noviembre de 1995 de Cycle World, Peter Egan describe un encuentro con un grupo de ellos en el Café La Coupole, de París en 1970: "Entraban en el bar, frotando sus manos para calentarlas y pidiendo grandes cantidades de café caliente, todos ellos llenos de esa energía especial que te da saber que eres una figura romántica en el sitio adecuado en el momento adecuado".

Chaquetas de cuero negro, botas forradas, gafas y casco de aviador y sobre todo, las bufandas de seda, eran el uniforme de esta tribu tan legendaria como demencial.

El término Cafe Racer sigue aplicándose a motos deportivas de estética retro, que tan de moda está ahora y que tan acertadamente han captado Triumph y Ducati con sus modelos que recuerdan aquella época en que las motos eran artilugios mecánicos, sin electrónica, y los pilotos eran pilotos y no "kemaos". Ver por ejemplo la Ducati GT1000, la Triumph Thruxton, entre otras...
Triumph Thruxton de 2004. ¡Cafe Racers are back!
El movimiento Cafe Racer sigue en marcha, con publicaciones como la revista francesa "Cafe Racer" y varias docenas de páginas webs. Sus seguidores se dan cita en concentraciones europeas e intercambian fotos de sus máquinas restauradas y "customizadas". Algo parecido a lo que hacen los americanos con sus "choppers", pero la verdad, bastante más bonito.


Referencias externas:

A Queimada I edición...

Ay ay ay, que vaguito he estado estos últimos días y que poquito he actualizado. Pues para entrar en calor otra vez, aquí va una crónica de la kdd del club eXseros de este puente del 1ro. de mayo en Galicia.


CRÓNICA DEL ENCUENTRO CON LOS COMPAÑEROS DE GALICIA

Partimos Delli, Carol y servidor una tardecita y enfilamos la carreteira da Coruña, con nubes, agua, sol y más agua y más sol. Enfilamos luego la autovía de Vigo y ahí veo que una de las alforjas de la Diggina se empieza a romper. Me pongo a su altura y grito “EEEEHH, QUE SE OS ESTÁ JODIENDO LA ALFORJA IZQUIERDA PROBABLEMENTE POR EL VIENTO QUE SE EMBOLSA”, Delli me sonríe y me doy cuenta que no se ha enterado de nada.
Entonces grito “¡EEEEEHH, QUE SE OS ESTÁ JODIENDO LA ALFORJA!!”. Se miran entre ellos, y ya pienso en hacerles un gesto que diga “Vuestro equipaje no sólo se va a mojar sino además os quedáis sin funda en cualquier momento, voto a bríos”, pero como para eso tengo que soltar las manos y las piernas de la moto opto por un mensaje más concreto “¡¡¡¡¡¡¡EEEEEEEEEEEE!!!!!!!” y señalo la alforja.
Veo una lamparita que se enciende sobre el casco de Delli y pasa de mí. Bueno, me vuelvo a poner detrás para que el GPS de la diggina siga currando. Al cabo de unos kilómetros veo pasar un trocito de plástico negro volando. Como las ruedas y las cazadoras de la parejita parecen enteros, me doy cuenta que la funda se está desintegrando. Me vuelvo a poner delante y señalo la salida de un pueblo, nos paramos y vemos que efectivamente, la funda se está quedando en una mezcla entre el mono de Sete Gibernau y un cuadro de expresionismo abstracto.
Como además de observador soy increíblemente inteligente, el pueblo por donde decidí que saliéramos era el que debíamos salir para salir (vaya chamba) así que Delli se para a preguntar a un lugareño, sexagenario y boinudo, si la carretera que marcaba el GPS estaba bien. Creo recordar que el señor dijo que sí, pero también nos estuvo contando durante veinte minutos de cuando por ahí todos iban en carros, algo de la mulas y el cura (o las mulas del cura) y de cómo se hizo el ferrocarril y cómo pasan camiones llenos de piedras. Y me parece que, o alguna de esas piedras le cayó en la cabeza o es que llevaba hablando con las ovejas demasiado tiempo.

Finalmente, como no habíamos conseguido llegar demasiado tarde nos paramos a hacer unas fotos
El trío de jinetes: Carol, Delli y un servidor

Y luego hicimos sesenta kilómetros por una fantástica carretera de montaña sin rayas, ni arcén, ni más carteles que los de las elecciones a alcalde de Manzaneda, en plena noche. Pasamos por tres pueblos con los mismos carteles y ya pensaba tirarle el candado de la moto a la cabeza de Delli, para ver si así le acertaba al puñetero gepesé y dejábamos de dar vueltas en círculos cuando me doy cuenta que eran varios pueblos del mismo distrito y no un único sitio por el que pasábamos una y otra vez. Entonces decidí relajarme y limitarme a seguir las luces de la X9, siempre atento, claro está porque si se mueven a izquierda o derecha hay que seguirlas, pero si se mueven hacia abajo (con ruido de frenos y gritos de socorro), casi que no.

Finalmente llegamos a Pobra de Tribes, donde los compañeros nos recibieron con los brazos abiertos, la mesa puesta y las motos guardadas. Como siempre, un coñazo de gente, un asco de comida –yo repetí la merluza-, y todas esas cosas horribles que siempre nos ocurren cuando nos encontramos.

DOMINGO 29

Tras un dulce despertar en el que Dallegas fue tocando a nuestras puertas a las ocho, nos encontramos para el desayuno y le sugerimos que para la mañana siguiente introdujera una variante para tocar diana, con las siguientes opciones:
a) que no tocara a la puerta sino que nos trajera el desayuno a la cama
b) que nos trajera el desayuno, pero en lugar de él mismo que fuera una masajista (o masajisto según los gustos) vestido de uniforme de masajista/o (lencería negra de preferencia) mientras suena una dulce melodía de fondo.
c) O que hiciera testamento y se preparara para encontrar las ruedas de su moto pinchadas, el motor gripado y todo el carenado cubierto con pegatinas del clubpiaggioX8…
Creo que cogió la indirecta porque al día siguiente nos dejó a nuestra bola y como somos todos muy pero que muy formales, conseguimos quitarnos las legañas a tiempo…

El domingo fuimos a Monforte de Lemos, cuyo precioso castillo tomamos por asalto, aparcando nuestras motos para hacer la “foto oficial de motos en sitio prohibido para motos”. Como corresponde.

En to el medio del monumento, es que estos moteroooosss...

Nos subimos a las burras antes de que llegara la autoridad competente y empezamos a rular por una carretera con un paisaje precioso, bordeando el río Sil. La carretera no era tan preciosa y más de uno tuvo que parar a recoger los empastes y/o la dentadura postiza, que ya uno tiene cierta edad. Por suerte la suspensión de la V-Strom está hecha para este tipo de carreteras, pero creo que los sesos de más de uno de mis amigos escuteros se estaba moviendo más de lo aconsejable dentro del casco.
Pero valió la pena, porque enseguida llegamos a Os Peares, un pueblecito arrinconado entre los barrancos de la Ribeira Sacra, donde dimos cuenta de una frugal pitanza de pulpo a la gallega y carne asada…

Más tarde visitamos el monasterio de San Estevo y el monasterio de San Pedro de Roc, que además tiene un manantial con propiedades curativas, desde hacer crecer el pelo hasta borrar las arrugas, aunque a juzgar por la pinta de los que venían delante nuestro –una excursión del inserso- no me fiaría mucho de lo que dicen. Gracias a Dallegas que nos explicaba todo, con el mérito añadido de no mirar la chuleta ni pedir propinas.

Luego volvimos al hotel no sin antes hacer unas tandas libres por una carretera, la OU-636, de magníficas curvas y asfalto perfecto. Disfrutamos como enanos, yo el primero, intentando el difícil arte de hacer rozar las estriberas sin hacer rozar el casco. No conseguí ninguna de las dos cosas, pero la verdad es que fueron unos kilómetros de esos para los que los moteros vivimos (y que dios nos conserve los puntos). Esta carretera pasa a mi lista de tramos-moteros-míticos, junto al Puerto del Pico en Ávila, la carretera de Tragacete en Cuenca o el Puerto de la Cruz Verde. Lo único malo es que alguien ha tenido la ocurrencia de poner pueblos entre medias, donde hay que reducir la velocidad a 50 para no tener más disgustos de los necesarios, ya sea un coche que se atraviesa, ya sea un señor de verde al que se le atraviesa tu carné de conducir.

Lunes 30

Partimos de buena mañana y visitamos el balneario de Os Baños de Molgas, donde una fuente de agua sulfurosa a 49 grados surge de la falla que recorre Galicia de Norte a Sur (Dallegas dixit). Saliendo del pueblo nos pilla el primer aguacero de la quedada, pero ya podíamos darnos con un canto en los dientes porque hasta entonces el tiempo nos había respetado. Aquí dejó de hacerlo y como cualquier pervertido, que cuando empieza a no respetar ya no para, no dejó de incordiar lo que nos quedaba de día.
Siguiente parada: Requeixo, donde hay un bosque pintado por Ibarrola, curiosa obra de arte integrada en la naturaleza, con sus árboles de colores cuyos motivos van cambiando según el sitio desde los que los mires. Pero lo que más éxito tuvo fue un puente de madera que Luzbel, Delli, Dalle y otros intentaron romper a base de saltar encima. Vaya inmaduros… pero molaba un huevo, juas…
En Allariz comemos de nuevo frugalmente unas almejitas con pasta y sin pasta y pescaditos y carnes varias (de las de comer) y luego visitamos el museo del cuero, con nuestra amiga Clara/Isia, forera honoraria y nativa del lugar. Empieza a diluviar, así que optamos por ver pasar la vida debajo dentro de un gran tejado junto al río para ver si paraba un poco, en un alarde de nuestro irreductible espíritu motero, ajeno a las inclemencias.
Ultima parada, Rivadabia, donde se celebraba una feria del vino y que algunos aprovechamos para mojarnos también un poco por dentro, además de hacer acopio de queso y chorizos, pero sólo por una curiosidad antropológico-culinaria.
Volvemos al campamento base, ya de noche, y la mítica OU-636 esta vez es la puñetera carretera 636, fría, húmeda, fría, oscura y fría (de coj….).
En el hostal (Hostal la Viuda, por cierto, muy bien puesto, con un personal amabilisimo y encantador aunque siempre llegáramos tarde a cenar y le pusimos perdidos de barro los pasillos) después de cocernos un rato bajo la ducha caliente para volver a convertir en dedos y piernas lo que parecian trozos de madera congelados, una cenita amenizada con charlas filosófico-moteras hasta las tantas. Y por supuesto una buena tanda de chistes, cuanto más guarros mejor. Me quedo con el del cincel que contó Digesto (de lo más guarro que recuerdo en mi vida).

Y por supuesto la famosa queimada, deliciosa de preparar y más deliciosa de catar. Lo único malo es que había poca para la panda de bebe-sin-sed que éramos, aunque hubiera hecho falta unos doscientos litros para que nos diéramos por satisfechos…

Lunes 1º de mayo, día del trabajador.

Como dice el refrán, todo lo bueno se acaba y si es muy bueno acaba antes, hoy era día de despedidas. Remoloneamos un poco más en la cama y, con la emoción contenida dijimos adiós a los queridísimos amigos que hemos hecho en estos días. Partimos hacia los cuatro puntos cardinales, arropados por el recuerdo de tres días inolvidables y todas las capas de abrigo que llevábamos porque de nuevo, a la vuelta, hacía un frío del carallo.
Compañeros Bravús, un brindis por vosotros, que no sea la "primera" ni la última vez que nos veamos… OS LLEVO EN EL CORAZÓN