martes, 8 de abril de 2008

La Chica del viernes










Si, ya sé, hoy es martes. Pero en primer lugar debo un montón de chicas de los viernes así que se puede considerar un "bonus".








En segundo lugar cualquier día es bueno para admirar la belleza.





Hoy tenemos chicas moteras, pero de las de verdad. No sé vosotros, pero a mí pocas cosas me parecen más sexys que una chica conduciendo una moto con habilidad.








A que tú le dejarías la moto?
(insultos por machista en email: tedeseolomismoquemedesees@hotspotmail.com




lunes, 7 de abril de 2008

RUTAS: Navarra, Selva de Irati y Roncesvalles



Navarra ofrece algunos de los parajes más hermosos de la geografía española. Carreteras de asfalto impecable, puertos de montaña llenos de curvas y unos bosques en los que el colorido de su vegetación embriaga la vista y el olfato. Y si paramos a comer sus excelentes vinos embriagan el resto. Desde Pamplona hasta el sur de Francia encontramos prados, montaña y sobre todo unos bosques centenarios de incomparable hermosura. Si además nos desviamos y nos tomamos el trabajo de penetrar la Selva de Iratí, será sin duda una experiencia para compartir.

Recomendaciones: la mejor época para visitar Navarra es en otoño, cuando los bosques se visten con toda la gama imaginable de amarillos, ocres y castaños que ningún pintor podría imitar. El verano y la primavera también son buenas épocas, aunque la época estival trae también consigo una afluencia de turistas que a veces entorpece un poco la circulación. Muy recomendable llevar encima la chaqueta de cordura o el chubasquero, ya que tanto bosque está ahí porque las lluvias caen y bien.

Partimos de Pamplona-Iruña hacia el norte por la N-135, tramo que requiere cierta calma por el intenso tráfico que soporta a diario. Pero los pacientes tienen premio y en menos de 22 kilómetros la carretera se despeja. Seguimos adelante pasando por Esteribar, Linzoain-Erro y Auritzberri-Espinal. En este tramo las curvas se enlazan, sin prisa pero sin pausa, el olor de la vegetación penetra dulcemente en nuestro sistema respiratorio y salvo por alguna que otra hoja suelta, la carretera es excelente. Poco a poco nos relajamos, y empezamos a disfrutar de la música de estas curvas privilegiadas.
Torcemos a la derecha por la N-140, alejándonos a la sombra de los Pirineos, pasando Garralde y Aribe, donde torcemos a la izquierda por una pequeña carretera de montaña y prado, tentadora en su buen asfalto, pero temible en sus vaquitas sueltas que no han oído hablar de los pasos de cebra en su vida. En poco más de diez kilómetros, que se hacen cortos, llegamos a la entrada del Parque Nacional de la Selva de Iratí.

El espacio natural se recorre por un camino asfaltado bastante estrecho, de dudoso cemento armado. Pero aquí lo mejor es ir tranquilo, disfrutando del aire limpio y oxigenado, de los espacios recoletos de sombra y sol y del escaso tráfico. Al cabo de unos quince kilómetros de pastoril goce, una cadena nos recuerda que hemos llegado al límite permitido a vehículos de motor. A pie se puede continuar incluso cruzar hasta Francia, si se tienen buenas piernas y mejor orientación. Como nosotros no tenemos ninguna de las dos cosas, nos volvemos por donde hemos venido hasta volver a encontrar nuestra vieja amiga la N-135. Pero en lugar de volver a casa, aún con hambre de carretera torcemos a la derecha dirección Francia.
Pasado Auritz-Burguete alcanzamos el desfiladero de Roncesvalles, donde aún resuenan los pasos de tantos conquistadores y en el que, aguzando el oído, se puede imaginar el cuerno de Rolando avisando a los caballeros cristianos de la llegada de las huestes “infieles”. Aquí acabó la invasión árabe de Europa, cuado muy sabiamente, las huestes africanas decidieron que con la península Ibérica ya tenían bastante (salva sea Asturias y Don Pelayo, claro está). El tramo de Roncesvalles es complicado, sobre todo para sortear las caravanas y monovolumenes venidos de toda la geografía europea y que a veces hacen lento el progreso. Pero el desfiladero es espectacular, y las curvas de la carretera aún más. Se puede seguir hasta Francia y comer en alguno de los múltiples restaurantes que ofrecen al turista diferentes opciones de comida vasco-francesa, eso sí, a precios “de turista”. Pero vale la pena detenerse en estos pueblitos tan coquetos, cuidados y pintorescos, como St. Jean Pied-de-Port; que parecen detenidos en el tiempo. Incluso a veces tenemos la extraña sensación de estar en un decorado de cine, aunque qué mejor sitio para hacer parada y fonda y degustar un pollo a la cacerola o un buen pastis, que aunque no sea típico de la zona entra que da gusto.
Desde aquí sólo queda emprender el regreso, saboreando de nuevo la carretera sinuosa y arbolada hasta caer de nuevo en Pamplona, donde descansar de nuevo bajo la sombra de Hemingway.
Total de la ruta: ida y vuelta aproximadamente 140 kilómetros.




domingo, 6 de abril de 2008

El retorno.

Hola a todos, después de unos (cuantos) meses de inactividad vuelvo a la carga con el blog. En este año han pasado muchas cosas, algunas buenas, otras malas. En conjunto el año no ha estado mal. Pero antes de soltaros el rollo sobre lo que me ha pasado (que igual os importa un pito, me imagino) algunas consideraciones sobre los blogs.
Mi fiel sitemeter me ha seguido mandando, todos los domingos, la medición de audiencia. Y ¡oh sorpresa! Sin postear tengo más visitas semanales (unas cinco o seis) que cuando posteaba. Conclusión: si sigo otro año sin escribir igual llego a las 10.000 visitas. Juas.

Cosas buenas que me han pasado.
1. He cambiado de trabajo. Ahora curro más, gano menos pero estoy muchísimo más contento con lo que hago que al fin de cuentas es lo importante.
2. He cambiado de moto. La V-Strom se la vendí a un amigo y compañero de rutas (un saludo Jose y Paz) así que la sigo viendo de vez en cuando y me he comprado la moto de mis sueños (una BMW R1200GS). Maquinón. Aunque me temo que me va a salir más cara de mantener que una querida. Pero sarna con gusto no pica.
3. No me he hostiado todavía. Salvo un toque con una furgona el otro día en la calle O’Donnell de Madrid, el asfalto todavía no conoce el sabor de mi piel –y que siga así por muchos años-.
4. En el verano del año pasado me hice un viaje por los Alpes (todavía con la Suzi) que fue de impresión. Todos los moteros deberían ir por lo menos una vez al año.

Cosas malas que me han pasado
1. Mi novia, el amor de mi vida me ha dejado.
2. Mi novia, el amor de mi vida, me ha dejado.

Desde noviembre del año pasado he estado lloriqueando como un mariquita. Ahora por fin, veo la luz detrás del túnel. Vuelvo a mi blog, vuelvo a la carretera, vuelvo a estar en este mundo.
Estoy ahora escuchando un vinilo de un tiempo en que la vida era todavía una hoja en blanco (New Sensation, Lou Reed), cuando te creías el más listo, el más guapo y el más alto. Cuando los amigos eran para siempre y el mundo lo íbamos a cambiar. Por suerte la depresión ya pasó, se fue, se murió de muerte lenta (aunque dolorosa).

Soltero, sano, con dos hijas preciosas, amigos, un trabajo que me gusta aunque a veces no me deje ni respirar… ¿qué más puedo pedir?
Quizás una novia formal (no formalita) y seguir como hasta ahora.

Nos vemos pronto chicos, prometo ser más diligente y postear más a menudo. Si pasáis por aquí me animaría mucho que dejarais un comentario. Prometo que volveré a los posts divertidos. Este es de retorno y ya se sabe, segundas partes…

Nos vemos en la carretera.