miércoles, 21 de marzo de 2007

Comprar, comprar, comprar...

Si, lo confieso, soy un consumista compulsivo… de ropa y accesorios para la moto. No me interesa la ropa "normal", ni los accesorios "normales", ni otros bienes materiales. Pero cuando llego frente a una tienda de motos me paro instantáneamente, se disparan mis hormonas LQT (LoQuieroTodo) y me pongo como una moto, nunca mejor dicho.
Luego viene lo difícil: comprar.
Supongamos que no sabes exactamente lo que quieres, por ejemplo: unos guantes de verano.
Paso 1: dejas un mensaje en un foro de moteros con el siguiente título: "¿Qué guantes de verano me recomendáis"
Paso 2: Te llegan 43 respuestas recomendando 43 modelos y marcas diferentes.
O bien: Paso 2.1: te llega un mensaje del moderador diciendo "Usa el buscador. Hilo cerrado (Peazo vago jijijiji)".
Paso 3: descartas los guantes que no existen en el mercado, los que valen más de 200 euros y los que valen menos de 5.
Paso 4: te lanzas a comprar. En dos subpasos:
5.1: compras online en internet
5.2: compras "en vivo" en una tienda.
La primera alternativa es muy cómoda, rápida y razonablemente segura. Sólo pueden pasarte unas pocas cosas:
1.que la talla no sea la adecuada, con lo que tienes que devolverlo, pedir reembolso, esperar una semana, etc, con lo que lo más probable es que ya tengas resuelto un regalo para las navidades, de la pereza que da.
2. Que lo que en la web parecía chulo y a buen precio sea una mierda pinchada en un palo, como si te pusieras un guante de fregar los platos.
3. Que te traigan otra cosa, sobre todo si compras en lois.de que hasta que aciertas con lo que quiere decir "strumphheldegrumpfshcule" te ha dado tiempo a matricularte en la escuela oficial de idiomas. Yo una vez les compré una linterna y luego resultó que era un mechero. Sumado a una bolsa sobredepósito que salió volando cuando iba a 90 por la autovía, unos calcetines impermeables que calan y unos pantalones de cuero que cuando los ví me negé a ponérmelos, por lo menos mientras siga siendo heterosexual…
4. Que te roben el número de tarjeta y acabes comprando una Ducati a entregar en Eslovenia.
5. Las cuatro cosas anteriores a la vez.

Pero volviendo a lo de las tiendas, es verdad que en muchísimos pequeños comercios la atención es penosa, no solo en las tiendas de motos, pero sobre todo en ellas. Y no hablemos del tema horarios, que es lo que les está hundiendo. Yo no puedo comprar en una tienda que abre de 10.30 a 14 y de 17.30 a 19. (masmenos), sin escaquearme del curro, acojonado y encima de prisa y corriendo.Y luego en las de motos, en la mayoría tienen uno que sabe (el jefe) y tres dependientes que no saben ni siquiera dónde está guardado el material, ni leer el precio, ni hacer una factura.
Muy majos y atentos, pero cuando el diálogo es el siguiente *:
YO: Tenéis guantes de verano?
DEPENDIENTE: Si, claro, tenemos para elegir. Eeeeh, Jefe, qué guantes de verano tenemos? JEFE: (está atendiendo otro cliente, contestando el teléfono, haciendo una factura, poniendo un fax, llamando a un proveedor y mascando chicle a la vez) Ahí arriba.
YO: pero tengo manos grandes, necesito XXL.
DEPENDIENTE: Si, claro mira estos...
YO: Uuuummmpfff (ruido que hago cuando intento meter un camello por el ojo de una aguja o mi mano en un guante que luego veo es XS) No, si para cubrirme la oreja valen, pero yo lo quiero para las manos...
DEPENDIENTE: Jefe, este lo tenemos en XXL?
JEFE: (está atendiendo otro cliente, contestando el teléfono, haciendo una factura, poniendo un fax, llamando a un proveedor y mascando chicle a la vez) Si.
YO: (Señalando uno en la vitrina) Y ese?
DEPENDIENTE: Espera. Uuuummmpfffff (ruido del dependiente intentando abrir sin llave la vitrina cerrada con llave). Jefe, dónde está la llave?.
JEFE: (está atendiendo otro cliente, contestando el teléfono, haciendo una factura, poniendo un fax, llamando a un proveedor y mascando chicle a la vez) ¡ESTÁ PUESTA!
YO: Oye, mira, que casi lo dejamos…
DEPENDIENTE: (sudando frío), no, no, de ninguna manera… CRASH! (vitrina que se acaba de romper). Mira estos Dainese son cojonudos.
YO: (mirando unos guantes que parecen una pesadilla de ácido lisérgico en naranja, rojo, amarillo y morado). No si buenos parecen, pero son un poco makarras, no?
DEPENDIENTE: JEFE! ¿Los tenemos en otro color?
JEFE: (está atendiendo otro cliente, contestando el teléfono, haciendo una factura, poniendo un fax, llamando a un proveedor y mascando chicle a la vez) ¡NO!
YO: Y qué valen estos? (señalando unos negros).
DEPENDIENTE: JEFE! Etc, etc,

Y así después de especificar, marca, modelo, talla y color. Para que al final el color no esté en la talla o la talla no sea impermeable o en lugar de un guante me lleve unos calcetines. Porque claro, a todo esto el jefe está atendiendo otro cliente, contestando el teléfono, haciendo una factura, poniendo un fax, llamando a un proveedor y mascando chicle a la vez. Total, que una hora y cuarenta y cinco minutos después, con suerte, sales con un par de guantes.

Podría ser peor: que te toque el dependiente que SÍ sabe de que va el tema.
Porque entonces sales una hora y cuarenta y cinco minutos después con un par de guantes, más sotoguantes, cubreguantes, sotocasco, casco nuevo, calzoncillos térmicos, gafas antirrayas, rayas antigafas, cubredepósito, bolsa sobredepósito, y un largo etcétera.
La ruina total.
Para que luego nos quejemos de las tías.
*(Caso real ocurrido en tienda de Madrid la semana pasada.)

1 comentario:

José Garasino dijo...

Lo sospecho, sr. daviz