VUELTA AL MUNDO EN VESPA EN 79 DÍAS.
Santiago Guillén y Antonio Veciana.
212 páginas.
Ed. Dossat 2000.
¿Dar la vuelta al mundo en una Vespa? ¿En 79 días? ¿En 1962? ¿Dónde está el hospital psiquiátrico más cercano? Esas son las preguntas que en rápida sucesión se me ocurren cuando se piensa en una hazaña de semejantes proporciones. Y sin embargo Santiago y Antonio lo consiguieron. Ole por sus cojones.
Esta es una reedición del libro original, aparecido allá por el 67 y que sin embargo ha pasado casi al olvido. La editorial Dossat, dentro de su colección Narrativa del Motor lo ha vuelto a imprimir en una edición muy cuidada. Tapa dura, abundantes fotografías y un formato muy agradable de leer.
Quizás una de las razones para que esta aventura no sea muy conocida sea el hecho de que el espíritu es muy "de la época", por decirlo de alguna manera. Los dos protagonistas, miembros del Frente de Juventudes, calculan el viaje para salir el día de Santiago Apóstol y llegar el día de la Virgen del Pilar. Contaban con todo el apoyo oficial del gobierno de la época y constantemente hacen referencia al espíritu de la España nacional y sus símbolos, que pasean con orgullo por todo el mundo. Como muestra un botón:
"Peluquería en Figueras. Cinco veces en el viaje y ni un solo día sin afeitar. Era algo convenido. Siempre nos indignó que fuera inevitable ir sucio para viajar. Teníamos que dar la vuelta al mundo como íbamos por Madrid" (pag. 47).
"Las carreteras de Pensilvania en aquella época estaban saturadas de anuncios sobre elecciones, que, a nuestra mentalidad, puede que más alegre en ocasiones, pero también más seria en otras, resultaban francamente algo pintorescos." Pag. 191.
El libro termina, a modo de epílogo, con una ofrenda en la Basílica del Valle de los Caídos de muestras de tierra de todos los países que han atravesado "junto a la piedra bajo la cual reposa José Antonio, el español que soñó la unión de los hombres y las tierras de España y el universo" (pag. 212).
No quita que sea precisamente ese espíritu, el del español recio y templado por la Cruzada uno de los encantos del libro, que rebosa ingenuidad y buenas intenciones a partes iguales. Santiago y Antonio reivindican el espíritu del Conquistador español, el que con 150 hombres fue capaz de machacar el Imperio Inca. Políticamente incorrecto, hoy en día, pero sin lugar a dudas una pieza de antropología social de indudable atractivo para el lector de 2007.
Todo esto no quita el enorme mérito de los dos chavales que, cargados con 190 kgs de equipo, 175 navajas de Albacete y 50 capotes de torero en miniatura, se enfrenten a las carreteras de medio mundo, sorteando montañas, inundaciones, desiertos, bandidos y gastroenteritis varias.
El libro en sí no está muy bien escrito y el hecho de que la mitad del recorrido lo tuvieran que hacer a velocidad de reventar motor para cumplir con su promesa de emular a Phineas Fogg le quita bastante interés, ya que de la mayoría de los sitios no quedan más que impresiones fugaces. Pero incluso esto lo hace más meritorio, sobre todo porque le echan un morro blindado en algunas situaciones: cómo atracan a Dali para que les pinte la moto, como se cuelan en las residencias oficiales gracias a la banderita de España que llevan en la Vespa al a que hacen pasar por vehículo oficial y sobre todo, que en toda recepción oficial, ya sea en Nueva York o en el desierto de Afganistán, van siempre de impecable traje y corbata.
Las fotografías son interesantes y el espíritu aventurero es indudable. Hay un prólogo a la nueva edición escrito por Santiago y otro de la antigua, por el jefe del Frente de Juventudes de Albacete, uno de los padrinos de la aventura.
La Vespa que se utilizó para el viaje está actualmente en el museo de la fábrica italiana en Génova.
Pese a sus defectos, un libro muy recomendable para los vesperos y moteros en general, que apreciarán la locura y el encanto de semejante viaje.
Santiago Guillén y Antonio Veciana.
212 páginas.
Ed. Dossat 2000.
¿Dar la vuelta al mundo en una Vespa? ¿En 79 días? ¿En 1962? ¿Dónde está el hospital psiquiátrico más cercano? Esas son las preguntas que en rápida sucesión se me ocurren cuando se piensa en una hazaña de semejantes proporciones. Y sin embargo Santiago y Antonio lo consiguieron. Ole por sus cojones.
Esta es una reedición del libro original, aparecido allá por el 67 y que sin embargo ha pasado casi al olvido. La editorial Dossat, dentro de su colección Narrativa del Motor lo ha vuelto a imprimir en una edición muy cuidada. Tapa dura, abundantes fotografías y un formato muy agradable de leer.
Quizás una de las razones para que esta aventura no sea muy conocida sea el hecho de que el espíritu es muy "de la época", por decirlo de alguna manera. Los dos protagonistas, miembros del Frente de Juventudes, calculan el viaje para salir el día de Santiago Apóstol y llegar el día de la Virgen del Pilar. Contaban con todo el apoyo oficial del gobierno de la época y constantemente hacen referencia al espíritu de la España nacional y sus símbolos, que pasean con orgullo por todo el mundo. Como muestra un botón:
"Peluquería en Figueras. Cinco veces en el viaje y ni un solo día sin afeitar. Era algo convenido. Siempre nos indignó que fuera inevitable ir sucio para viajar. Teníamos que dar la vuelta al mundo como íbamos por Madrid" (pag. 47).
"Las carreteras de Pensilvania en aquella época estaban saturadas de anuncios sobre elecciones, que, a nuestra mentalidad, puede que más alegre en ocasiones, pero también más seria en otras, resultaban francamente algo pintorescos." Pag. 191.
El libro termina, a modo de epílogo, con una ofrenda en la Basílica del Valle de los Caídos de muestras de tierra de todos los países que han atravesado "junto a la piedra bajo la cual reposa José Antonio, el español que soñó la unión de los hombres y las tierras de España y el universo" (pag. 212).
No quita que sea precisamente ese espíritu, el del español recio y templado por la Cruzada uno de los encantos del libro, que rebosa ingenuidad y buenas intenciones a partes iguales. Santiago y Antonio reivindican el espíritu del Conquistador español, el que con 150 hombres fue capaz de machacar el Imperio Inca. Políticamente incorrecto, hoy en día, pero sin lugar a dudas una pieza de antropología social de indudable atractivo para el lector de 2007.
Todo esto no quita el enorme mérito de los dos chavales que, cargados con 190 kgs de equipo, 175 navajas de Albacete y 50 capotes de torero en miniatura, se enfrenten a las carreteras de medio mundo, sorteando montañas, inundaciones, desiertos, bandidos y gastroenteritis varias.
El libro en sí no está muy bien escrito y el hecho de que la mitad del recorrido lo tuvieran que hacer a velocidad de reventar motor para cumplir con su promesa de emular a Phineas Fogg le quita bastante interés, ya que de la mayoría de los sitios no quedan más que impresiones fugaces. Pero incluso esto lo hace más meritorio, sobre todo porque le echan un morro blindado en algunas situaciones: cómo atracan a Dali para que les pinte la moto, como se cuelan en las residencias oficiales gracias a la banderita de España que llevan en la Vespa al a que hacen pasar por vehículo oficial y sobre todo, que en toda recepción oficial, ya sea en Nueva York o en el desierto de Afganistán, van siempre de impecable traje y corbata.
Las fotografías son interesantes y el espíritu aventurero es indudable. Hay un prólogo a la nueva edición escrito por Santiago y otro de la antigua, por el jefe del Frente de Juventudes de Albacete, uno de los padrinos de la aventura.
La Vespa que se utilizó para el viaje está actualmente en el museo de la fábrica italiana en Génova.
Pese a sus defectos, un libro muy recomendable para los vesperos y moteros en general, que apreciarán la locura y el encanto de semejante viaje.
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