Al día siguiente nos levantamos a una hora prudente, desayunamos un cafelito y un poco de queso con aceite y partimos hacia Jerez a ver los entrenamientos. No sin antes darle 24 patadas a la puerta del garaje que no se abría hasta que vino el padre del dueño y la abrió con un toque maestro y unos brazos de levantador de pesos.
Durante el viaje seguimos encontrando motos y más motos, motos y más motos. Ya ni se saluda, porque si no acabas conduciendo todo el día con la mano izquierda levantada. Esos cuarenta kilómetros además han cambiado mi vida motera, (ya os explicaré en el próximo post por qué).
Al llegar al circuito el shock psicológico: hay que estar preparado para ver UN ATASCO DE CIEN MIL MOTOS.
Quitando que te quedas medio sordo de estar escuchando constantemente un vruummm, vrummmm, vruuummm de todas las motos en ralentí (con algún ocasional vruuuuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiimmmmm de algún quemado haciendo corte de encendido), de que te cagas en la madre que lo parió al que te pisa el pie derecho con su rueda delantera y que el maki de turno te mete su bicha para ganar treinta centímetros en la cola, es cojonudo lo de circular en moto así.
Eso me lleva a pensar que si todos montáramos moto los atascos serían grandiosos y tendríamos la muñeca izquierda enyesada (de tirar y soltar el embrague unas veintidos veces por cada cien metros).
En el mogollón me quedo enmelonado mirando todo tipo de motos y todo tipo de acompañantes subidas al sillín trasero. Nota del autor: ahora entiendo el significado de la palabra amor: no es "nunca tener que pedir perdón" sino "tírate cinco horas montada en una almohadilla minúscula, en la postura de la rana y mostrando el tanga" (pena que de eso no tengo fotos).
En total hicimos una media de 100 kms/hora hasta la rotonda del circuito y luego unos 100 metros/hora desde la desviación hasta el parking.
Superado el mega-mogollón atasco buscar un hueco para aparcar. Luego la ceremonia quitarcascoguanteespalderacubrecuello y candarmotolatuyaconlamiaytodasjuntasperonorevueltas, nos vamos a las taquillas.
Había motos de todos los colores, nunca mejor dicho
Todo hay que decir que la organización funciona muy muy bien, siempre muy amables y simpáticos, tanto la gente de seguridad como la guardia civil y la gente de taquillas, guardacascos etc. Mis amigos de Barcelona destacaron siempre lo bien que funcionaba todo (dentro de un desmadre semejante) en comparación con Cheste o Monmelón…
Nos acomodamos en la tribuna, la J-4 entre la curva Expo 92 y la Michelin, justo después de la recta de meta.
Un bocadillín para reponer fuerzas.
Ambientazo tribunero
Los entrenamientos y calificación emocionantes, sobre todo la de Moto GP en la que Dani Pedrosa le quitó la pole a Rossi en el último minuto. Todos aullamos y saltamos cuando vimos en la pantalla gigante la hazaña del pitufo gruñón…. Oeee, oeee, oeeee….
Pedrosa puliendo la pole de Rossi
Mega atasco motero para salir otra vez y nos vamos al puerto de Santa María a tomar algo.
De uno en uno y con el casco puesto
Por supuesto me pierdo de mis compañeros y al llegar al Puerto me encuentro otro megamogollón.
Los vuelvo a encontrar, los vuelvo a perder y cuando voy a dar la vuelta me entero que las rotondas están cerradas y hay que tirar y tirar para adelante.
La mayoría de los moteros van bien, tranquilitos, circulando con varios cientos de enlatados, algunos de ellos alucinando en colores. Me imagino al señor llamando a la señora por el movil y diciéndole "Shiquiya, no me ehpereh pa cená questoy en un atahco de treh pareh de cohoneh. Y eh de moteroh, pisha".
Tiro por el paseo de Valdelagrana y a los lados cientos y miles de personas con banderas, cámaras de fotos, jaleando a los peloceniceros de turno que empiezan a cortar encendido (VRUUUUIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIMMMMM), a hacer caballitos (VROOOUUUOOOOOUUUUUMMMM) o invertidos (VROOOMMMMSCRIIIIIIIIIIIICHHHHH PATAPLÓF!). Debo decir que en proporción a los tropecientosmilmillones que por ahí andábamos eran pocos y la mayoría parecían locales. Descripción de pelocenicero gaditano: sin casco, pelo cortado a cero, sin matrícula, en camiseta y vaqueros) algunos con RR’s pero la mayoria con scooters y motos de enduro de baja cilindrada. De esos que luego la venden diciendo: "Muy cuidada, siempre en garaje, la uso sólo para ir a trabajar".
Diecinueve llamadas después me encuentro con los chavales en Cadiz, donde los más tragones se habían metido a un McDonalds a jalar una hamburguesa (ahhh, en Cadiz una hamburguesa!, vade retro satanás!). Al volver para Jerez, donde yo había quedado a cenar con gente del foro Deauville un problema nos retiene y cuando lo resolvemos eran las tantas y yo estaba reventado (los años no perdonan) así que resolví quedar mal con ellos (una vez más, ay!) e irnos a la cucheta pronto porque viendo lo visto para llegar a ver la carrera de 125 al día siguiente habría que levantarse como tarde a las seis de la mañana. Y encima con una hora menos de sueño por el cambio horario, que seguro que es una conspiración de Pere Navarro para putear moteros, mira que ponerlo el día de Jerez, dónde vamos a ir a parar.
Continuará mañana: Un día en las carreras... y el bajón de la vuelta.
1 comentario:
El bajón de la vuelta es lo que más me pesa a mi aunque compensa por todos esos momento de antes, un saludo desde nuestra empresa de protectores de parking. Un abrazo
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